La espuma de la cerveza es mucho más que un simple adorno estético; cumple una función vital que afecta directamente en la experiencia a la hora de disfrutarla. Además, es el indicador de una cerveza bien servida o “tirada”. Una espuma adecuada, cremosa y consistente, es la firma de calidad que define una gran cerveza
Fuente: Evasión
Los maestros cerveceros lo tienen claro. En la presentación de la cerveza Premium Polar el maestro de ceremonias, Carlos De Lima, dejó bien claro que con esta espuma “la cerveza se viste de gala”.
Y es más, esta es “fundamental en la cerveza para que se concentran los componentes alcohólicos”.
Mucho más que estética
Las cervezas tienen diferencias claras entre sí. Sus componentes, su tiempo de fermentación, pero también su espuma y si no se trabaja en ella el resultado puede verse bastante comprometido.
En esta bebida la espuma actúa como una tapa natural que impide que los aromas volátiles (ésteres, lúpulos, etc.) se escapen rápidamente.

Si te preguntabas cómo puede una cerveza conservar así una complejidad de aromas es por esto. Solo hay que hacer una cata para verlo: una vez servida la cerveza desprende una serie de notas aromáticas, al moverla pueden ser ligeramente distintas pasando de un madera a un olor más dulzón.
Además, esta capa burbujeante protege la cerveza del contacto con el oxígeno, enemigo del sabor que hace que se oxide y pierda su carácter. Pero no solo es protección, también revela detalles del proceso de fermentación: es una correcta carbonatación y fermentación controlada.
Si desaparece enseguida o es muy débil, puede indicar problemas en el proceso, como exceso de limpieza (residuos de detergente en el vaso) o errores en la receta.
La recomendación
Al final con lo que nos quedamos es con la sensación en la boca. Aparte de suavizar la percepción del gas, la espuma densa es parte esencial de muchas cervezas. Por ello los expertos recomiendan dos dedos de espuma para vivir el momento.